Mi vida en Super8

martes, enero 31, 2006

Bocadillo de piropos


¿Por qué cuando uno se hace albañil siente el irrefrenable deseo de decir lo que sea a la que sea? ¿Ein? ¿por qué? ¿por qué?

Tiene gracia la cosa, hasta no hace mucho me cruzaba con un pipiolillo imberbe (se escribe así?), desgarbado y cándido, que bajaba la vista cuando le miraba por la calle. A los pocos meses pega el estirón. Hoy la criatura se ha puesto el casco de albañil, y ooooye... ¡mano de santo!. Fuera la timidez, la inocencia, las tonteridas y las ñoñerías.

"Niiiiiñaaaaa.... ¿cómo que no te caes pa los laos con esas cuuuuurvaaaas?"

¡Anda el pipiolillo! Entonces he pensado que, vale, nosotras (la que más y la que menos) ha recibido de vez en cuando una dosis de piropos, por el que, dicho sea de paso, hace mucho el individuo que lo pronuncia. Un supuesto, el nivel de rubor que te cubre no es igual si te lo dice Jesús Quintero (al que recurro mucho, lo sé, pero se presta a ello el hombre, qué le vamos a hacer) a uno con mucho desparpajo, y si está bueno, pues no te digo yo hasta dónde te pones colorá! Captado, ¿no?

A la vuelta, un compañero le releva y "sugiere", a colación de lo frío que estaba el coche, que el pobre no me arrancaba: "Niña, si no necesitas motó, yo te caliento el coche y te lo pongo todo en marchaaaa". Ainnnns...

Pero ¿y ellos?, ¿les gustaría que las tías les dijéramos piropos? y de ser así... ¿qué les diríamos? ¿Se os ocurre alguno? Y vosotros, ¿qué os gustaría oír dicho por una mujer a voz en grito por la calle, dirigido a vuestros cuerpos serranos? Y a ser posible... que os hiciera sonrojar hasta las cejas, por favor...

miércoles, enero 25, 2006

Hábitos, manías y buscar piso


Mmmmm... si tengo que mencionar cinco manías, voy a tener que pararme a pensar bastante, porque no soy una persona muy especial en ese aspecto, pero a ver...

- Camino mientras me lavo los dientes. Incluso apago la luz del cuarto de baño y me paseo por el pasillo, voy hasta el comedor, veo lo que hay en la tele... mientras me cepillo los dientes. Ya ves, una tontería como otra cualquiera.

- Me gusta pintarme viendo la tele. Sentada en el salón, con espejito delante. Es más entretenido, y en invierno, con el frío que suele hacer en el baño, lo prefiero. Además, a veces el proceso de restauración es muy elaborado, jajaja... y necesita su tiempo!

- Me cuesta horrores tirar botes a los que les queda un poquitín de producto, sea de lo que sea: champú, mermelada - de aspecto dudoso, incluso diría que algún par de ojos podrían mirarme desde el fondo -, cremas... pero no creáis, un día se me cruzan los cables y no dejo ni uno vivo, todos a la porra!

- No me gusta el té al estilo tradicional, no soporto el sabor amargo. Me gustan todos, pero en leche (no con leche), con una cucharada de miel y un poco de canela. Uffff, qué rico!. Por la misma razón, el café clarito y muy dulce. Sólo lo tomo por necesidad (DESPIERTA, DESPIERTA), pero como gustarme... aggggh.

- Y ya no sé qué poner, es que creo que no tengo más manías o hábitos concretos. Quizá que soy un desastre, desordenada, y me paso la vida buscando lo que pierdo. Si alguien conoce una manía mía que merezca la pena publicar, puede ponerla. ¡Ey! no os paséis conmigo, ¿vale?

Por cierto, seguro que muchos de vosotros sabe lo difícil, pesado y desmoralizador que es buscar piso. En mi caso en principio para compartir, pero con la posibilidad de alquilarlo sola. Como mucha gente, ¿no?

No sé si es porque la época es fatal, pero abundancia precisamente no hay, en Mérida, concretamente, en la zona que me interesa, menos, amueblados, menos aún, y asequible en precio, imposible.

Es como cuando quieres un hombre soltero, atractivo, fiel, culto, aseado y heterosexual. Que habrá, no te digo yo que no, pero cuatro, y seguramente ya están cogidos... --- ¡yo tengo uno!

En fin, tal es mi dilema. La independencia... ¿a qué precio?

Muuuuy caro...

miércoles, enero 11, 2006

Licúate conmigo


...Y por fin acaricié tu cuerpo con el ansia de quien juega a tocar sólo la espuma de la ola, sin sentir ni siquiera el agua misma; y mi piel respondió como si en agua helada se hubiera sumergido un día de bochorno...

Entonces, igual que se desliza el alud sobre la montaña, decidido, implacable, cruel... me lanzaste al abismo y cerré los ojos para recrearme en la caída, junto a la espuma, el agua, la nieve: un bálsamo en el ardiente desierto.

Y abrasándome la boca tu aliento helado, me abandoné sin sentir en mí nada más que a ti. Y te licuaste conmigo...

"...Cada beso perfecto aparta el tiempo,
le echa hacia atrás, ensancha el mundo breve
donde puede besarse todavía..."


domingo, enero 08, 2006

Maestros y aprendices


Nadie puede hacerse una idea de la de consejos que estoy escuchando para dar clases y ser "la más mejó" de las profes. Siempre estuve al otro lado de la docencia, es decir, la que con cara de idiota miraba atentamente haciendo como que lo entendía todo. No me interpretéis mal, siempre he sido muy espabilada, pero digamos que en la carrera, alguna asignatura me sonaba a marciano antiguo. De estas asignaturas, algunas por sí mismas se convertían en un reto incluso para el profesor, es decir, el hecho de conseguir atraer nuestra voluble atención sobre semejante tostón era digno de admiración.

Otras veces la culpa era del pobre docente que, no sé si alienado, hastiado, o simplemente hasta los cojones, pasaba olímpicamente de comerse el tarro con nosotros. Y lo entiendo. Pero claro, eran los objetivos más golosos para motes y cachondeos varios. Espero que lo entiendan...

En fin, que ahora soy yo la que se ve en esta delicada tesitura, y lo que es peor, ignoro la imagen que mis alumnos, por otra parte más que creciditos, se harán de mí. Aunque no es algo que me quite el sueño, sinceramente. Por un lado, confío en mis posibilidades de hacerlo bien, no en vano en mi casa la docencia ha sido profesión recurrente, (sumados a mi empatía natural y sentido común, minucias de las que carece más de uno) pero una razonable duda siempre queda. Principalmente porque lo que debo impartir es un tostón que creo que dejaría al BOE leído por Jesús Quintero en líder de audiencia, así que me imagino que el reto planteado es monumental. Y así me estreno, con un curso con el que temblaría hasta D. Bernabé Tierno... Pues nada, como es lo que hay, a apechugar... joé, qué difícil...